A las ventajas de limpieza y rapidez, el Metro de Praga acaba de
añadir un argumento más para fomentar el transporte público: en el ritmo
frenético de la sociedad actual, un vagón es el sitio ideal para ligar
y, por lo tanto, reservará espacios para que los solteros encuentren
pareja.
La idea está aún en ciernes, pero tiene buenas perspectivas de hacerse realidad antes de que termine el año.
"No será un proyecto difícil ni caro. Y se está extendiendo muy
rápido por las redes sociales", cuenta a Efe Aneta Rehková, portavoz de
la Empresa Municipal de Transportes (MHD), de la capital checa.
Desde la compañía se encuadra esta iniciativa en el deseo de que la
gente vea al transporte público no sólo como una forma económica de
viajar, sino también como una parte de la vida diaria.
"Aunque los trayectos duran poco tiempo, al ritmo frenético que
vivimos, la gente tiene que encontrar rápido a su media naranja",
defiende Rehková, que se muestra entusiasmada con la creación de estos
vagones para solteros.
De momento, esa opinión es, según la portavoz, compartida por muchos
praguenses y la propuesta está tendiendo una razonable buena acogida en
la opinión pública.
Una encuesta entre sus lectores realizada por el diario Tyden señala
que el 56 por ciento ve los vagones de solteros como una gran idea
mientras que en 43 por ciento cree que es un sinsentido.
Con sentido o sin él, la idea surgió como un argumento de venta,
inspirada vagamente en iniciativas como los vagones exclusivos para
mujeres que funcionan en Tokio o en México DF.
Así, MHD concibe esta idea como una forma de "atraer a la gente joven" al transporte público.
"El metro de Praga, con sus casi 600 millones de viajeros cada año,
se convertirá en la mayor ocasión para conocerse. Y seguro que hay entre
qué elegir", promete Filip Drapal, portavoz de Ropid, la entidad
pública que diseña el plan de transporte de la ciudad.
Los argumentos de Drapal tienen su peso: "Las encuestas dicen que aumenta cada vez más el número de solteros".
Además, si en el metro se puede leer y estudiar, "¿por qué no encontrar su pareja?", se plantea.
Con la motivación bien clara, la empresa tiene aún que definir la
logística del plan, por ejemplo, si estos vagones del amor estarán al
final de cada convoy o la frecuencia con que circularán.
"No sabemos todavía si será el último vagón que para en la estación, o
funcionará sólo algún día de la semana o a una hora determinada",
especula Rehková.
Ello dependerá del segmento de la ciudadanía al que se dirija
preferentemente la campaña: "Puede ser en el momento cuando salen los
jóvenes de la escuela o del trabajo", explica.
Lo que si está claro, es que nadie será discriminado.
"No serán obligados a flirtear y no les echaremos de ahí", afirma
Rehková sobre quienes bajen ya al metro con la pareja puesta o quienes
prefieran abandonarlo siendo aún solteros.
Actualmente, los últimos vagones de metro son más alargados y
permiten un mejor acceso a quienes van con carritos de bebés o a los
ciclistas.
"Las madres podrán seguir entrando en el vagón que prefieran, aunque
el último es más adecuado, pero los ciclistas seguirán teniendo la
obligación de usar el último vagón", recuerda la portavoz.
Pese al entusiasmo en la idea, Rehková reconoce el gran riesgo que
entraña: si los viajeros no se entusiasman con el proyecto, en la hora
punta el último vagón quedaría vacío y los demás irán llenos a rebosar.